¡¡¡Atención!!!!
Existen regalos diferentes para los chicos
Otra vez llega.
En Agosto, regresa el día del niño.
La pregunta obligada que solemos hacernos es: ¿Qué les regalamos? Y qué bueno sería, por primera vez, obligarnos a pensar de verdad en qué podemos darles.
Juguetes CHATARRA
Rodeados de cachivaches de Taiwán con rueditas que no ruedan, pinturitas que no pintan, pistolas de agua que se babean y muñequitas duras con ojos borroneados o bizcos, es difícil imaginar que ese día, podríamos entregarles algo más que una sarta de baratijas.
Los niños que pertenecen a familias que todavía pueden comprar algún regalo especial, están confundidos, esperan un paquete grande de algo supuestamente valioso y creen que los papás los quieren más si gastan más.
Hay otras posibilidades de demostrarles a nuestros hijos cuánto los queremos y de hacer que el Día del Niño sea verdaderamente especial.
Algunas ideas para festejar
Podemos:
- Invitar a casa de sorpresa a algún pariente que hace mucho que no ven.
- Pedirles a los abuelos que vengan a contar alguna historia de cuando ellos eran chicos, los juegos que jugaban, las golosinas que comían y cómo festejaban sus cumpleaños.
- Visitar el barrio donde nacieron papá y mamá, recorrer la escuela y la plaza…comer algo por allí.
- Preparar juntos algunos chiches y ropa para regalarles a otros niños que no viven con su familia o no tienen todo lo que necesitan.
- Ordenar y clasificar fotos familiares, agregarles etiquetas, frases que recuerden algún detalle de lo que muestran.
- Cocinar alguna receta divertida con gorros y delantales y fotos para subir al Face…o no…
Amar sin dinero
Sospecho que para amar no hace falta gastar demasiado dinero. La presencia suele ser un buen regalo, sobre todo por ser hoy un bien tan escaso… y a la distancia lo que todos recordamos de nuestros mayores es, si estaban allí.
Cuando pensamos en nuestros padres los vemos haciéndonos sana-sana o corrigiéndonos los deberes, los escuchamos enojados porque llegamos tarde o no cumplimos alguna promesa que le habíamos hecho.
También nos acordamos de algunos regalos especiales, como la bicicleta o la pileta de lona que trajeron y “llenaron” los Reyes, pero es más lo que nos acordamos del olor de su abrazo, del tono de sus voces, aún cuando nos nombran con el nombre entero, porque la travesura era muy grande.
Regalemos experiencias!
Creamos en que por más que los tiempos cambien hay necesidades que, de tan humanas, siguen siendo las mismas.
Démosle a nuestros hijos lo que creemos que realmente los hará felices.
No nos confundamos en este mar “made in oriente”. Si todo se arregla con una chuchería, corremos grandes riesgos de hacerles creer nuestros hijos que, como las cosas que se compran por ahí, nosotros y ellos también somos descartables.
Intentemos darles experiencias no perecederas, que no se destiñan, que no se despeguen que no fallen con tanta facilidad. Si no, van a creer-como tantos- que todo da lo mismo y que ellos no son tan especiales como en verdad son.
Démoles el lugar que se merecen, el mundo que soñamos para ellos cuando los hemos convocado.
Recordemos el niño que fuimos, nuestro barrio, nuestras maestras, nuestros libros de Robin Hood –esos de tapa amarilla- y reencontrémonos con esas emociones que no deberíamos perder, como ya se ha perdido, entre otras cosas, el olor de los duraznos y el sabor de los tomates que ahora parecen frutas y verduras de cotillón.
Y así si, con plenitud podremos decirles a nuestros hijos: